**CUIDE SU CONSAGRACIÓN PARA EL SEÑOR**
Nadie se atrevía
a decir nada. Estaban atónitos. El ambiente se tornó pesado.
"Usted es un fraude. ¡Mentiroso! Dígales la verdad: está en
adulterio. Y no con una mujer soltera, sino con mi esposa". El hombre,
visiblemente descompuesto por la ira, vociferaba a la entrada del templo.
Levantaba los puños. "Dizque evangélico...Usted es un destructor de
matrimonios. Destrozó mi vida, y la de mis hijos".
Angustiado, José Raúl, diácono administrativo de la congregación, no
hallaba dónde fijar la mirada. Desplazaba sus ojos de un lugar a otro. Miraba
al pastor, al ministro de alabanza, a su esposa...y en especial, el rostro de
sus dos niños, bañado en lágrimas...Y a la congregación. Todos estupefactos.
Dos ujieres, impidieron que el irascible marido, se avalanzara sobre José
Raúl. Fue un verdadero escándalo. La mitad de los miembros emigró a otras
iglesias. Nadie quería saber del asunto. El pastor fue removido de su cargo,
aunque no era culpable. No pasaron siete meses antes que la iglesia debiera
trasladarse a otro lugar. En la antigua sede hoy funciona un supermercado.
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REFLEXIONANDO:
¿Un hecho real? Por supuesto que sí ¿El lugar? Podría ser cualquier
ciudad en los Estados Unidos o tal vez de centro o Sudamérica. La ubicación no
es relevante. Lo que sí tiene importancia es puntualizar que cada día con mayor
frecuencia se comenta de pastores y líderes que caen en pecados, los cuales
afectan no solo sus vidas y la de sus familias, sino a las comunidades
cristianas donde sirven. No cuidan ni guardan la santidad y consagración a la
que fueron llamados por Dios...y las consecuencias son desastrosas...
LA TRAGEDIA
DE UN HOMBRE CONSAGRADO
Antes de ser concebido, Dios tenía una misión especial para uno de los
legendarios héroes de la Biblia: Sansón. Un ángel del Señor le dijo a la madre
del paladín: "Eres estéril y no tienes hijos, pero vas a concebir y
tendrás un hijo. Cuídate de no beber vino ni ninguna otra bebida fuerte, ni tampoco
comas nada impuro, pero concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja
sobre su cabeza, porque el niño va a ser nazareo, consagrado a Dios desde antes
de nacer. El comenzará a librar a Israel del poder de los
filisteos"(Jueces 13:3-5. Nueva Versión Internacional).
Una palabra clave: consagración. La explicación sencilla: "apartado
para..." Dios lo necesitaba en su obra. Como ocurre con usted o conmigo.
Fuimos llamados a servirle. De una u otra forma nuestro desempeño ministerial,
el privilegio que nos ha otorgado, amerita que pongamos la mirada en Él, y nos
conservemos irreprensibles en su presencia.
¿La razón del fracaso de Sansón? Me atrevería a pensar que fueron varias.
Las enumero a continuación para que permanezcamos atentos, velando por cuidar
nuestra consagración.
1. ES
PELIGROSO JUGAR CON LA INMORALIDAD
"Si los demás lo hacen ¿Por qué no puedo hacerlo yo?". Con este
razonamiento, inclinado a la inmoralidad, el jovencito convenció a su enamorada
para tener relaciones sexuales. La chica quedó en embarazo. Los dos fueron
desvinculados del grupo de alabanza de la iglesia. El escándalo no sólo
abochornó a la pareja, sino a sus padres, reconocidos por años de servicio a la
congregación.
Jugar con la moral es sumamente peligroso. Ese fue uno de los tantos
errores de Sansón. "Un día Sansón fue a Gaza, donde vio a una prostituta.
Entonces entró para pasar la noche con ella"(Jueces 16:1). Si avanzamos
hasta el segundo versículo, notaremos que en toda la ciudad conocieron del hecho.
Este siervo de Dios no solo cedió a la inmoralidad, sino que es fácil intuir
que dejó por el suelo su testimonio.
2.- ES
PELIGROSO UNIRSE CON YUGO DESIGUAL
Los planes de Dios para hombres y mujeres que tienen un llamado al
ministerio, se han visto entorpecidos porque se escoge una persona inconversa
para casarse. El argumento más común es: "Yo le voy a ayudar a cambiar. Le
llevaré a los caminos del Señor". Es un pretexto para ocultar nuestra
rebeldía al principio bíblico que nos exhorta no unirnos en yugo desigual, y se
convierte en la antesala de un fracaso. Eso ocurrió con la vida del
protagonista de la historia: "Sansón se enamoró de una mujer del valle de
Sorec, que se llamaba Dalila" (Jueces 16:4).
Observe que no sólo corrió tras una filistea sino que es evidente
que se dejaba llevar fácilmente por las emociones.
3.- EL
PELIGRO DE TENER EN POCO NUESTRA CONSAGRACIÓN
Hay dos cosas de las que le invito a cuidarse. La primera, de ir
mostrando sus credenciales ministeriales por todos los lugares en procura de
obtener privilegios. La segunda, no cuidarnos de lo que hacemos o decimos,
teniendo en poco nuestra investidura. Cuando somos creyentes evangélicos y
además ejercemos una posición de liderazgo, quienes nos rodean están atentos a
todo nuestro desenvolvimiento. Muchos buscan excusa para criticarnos, y lo
logran...
Sansón no solo descuidó su condición de siervo, sino que incluso tuvo en
poco su consagración, revelando la fuerte de su poder a quien no debía hacerlo
(ver Jueces 16:16, 17).
4.- ES
PELIGROSO NO SER VASOS PUROS
Las Escrituras registran que la vida licenciosa de Sansón, sin ningún
miramiento por la consagración que debía conservar, llevaron a su separación de
Dios. "Luego ella (Dalila) gritó: ¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre
ti! Sansón despertó de su sueño y pensó: "Me escaparé como las otras
veces, y me los quitaré de encima". Pero no sabía que el Señor lo había
abandonado" (Versículo 20). Las consecuencias fueron nefastas. Cayó en
manos de los impíos, que lo escarnecieron. Tal como ocurre cuando usted rompe
su consagración deliberadamente, y pone en afrenta el evangelio.
¿QUÉ HACER?
Quizá esta historia retrata su vida. Tal vez haya puesto en peligro su
integridad ministerial. Reconoce su pecado. Hoy quiere volver a comenzar de
nuevo. ¡Hágalo! Dios tiene amor por sus hijos. Si le confiesa su pecado, Él le
perdonará. David, al pecar sosteniendo una relación íntima a todas luces al
margen de los principios de Dios, sufrió las consecuencias de su error. Pero
tuvo la sensatez de reconocerlo y clamar al Creador: "Ten compasión de mí,
oh Dios, conforme a tu gran amor: conforme a tu inmensa bondad, borra mis
transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado"(Salmo
51:1, 2).-
Si este no es su caso, permítame una recomendación final: dependa en todo
momento de Dios, pídale fuerza para vencer la tentación y jamás olvide que no
podemos ni debemos tener en poco nuestra consagración a Dios.
Este fue un espacio
más de: EXPLORANDO Y REFLEXIONANDO con el hermano Humberto Maravilla.
Te invitamos para que
te unas a nuestra próxima expedición a través de la Palabra de Dios para que
juntos exploremos y descubramos nuevas enseñanzas para nuestro crecimiento
espiritual.
¡Hasta la próxima y
que Dios te bendiga!

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